jueves, 26 de marzo de 2009

COFRADIAS: NI GENOCIDIOS NI CUENTOS DE HADAS



“…forman rebaños airados que toman ruidosamente las calles, se empeñan en decirnos cómo debemos vivir y educar a nuestros hijos. Es el problema de los que tienen una fe, que tienden a expresarse con la violencia e impunidad de los que se creen portadores de la verdad”

Gustavo Martín Garzo


En estos tiempos de calentamientos globales bajo cero donde la muerte se almacena en contenedores anónimos y negros acunada con nanas blasfemas, donde la inteligencia es ya mero tumor extirpado por cesárea desde una razón violada por subvencionados que masturban la opinión, vemos que algo se empieza a mover.


El laicismo, ese hijo natural de la modernité, atractivo como un ángel caído y macho con sed de venganza viene con engolamiento y soberbia a empujar a los rebaños airados de Cristianos y demás gentuza a sus casas o a sus templos. Si, esos que apenas antesdeayer fueron empujados a fosas comunes bajo chanzas, Corazones amputados de Jesús y demás sacrilegios pero les dio por resucitar.


Las cofradías, dejando por una vez sus mediocridades y absurdas guerras se han decidido por fin a salir de ellas mismas y su mundo, muchas veces opaco, para mostrar la otra mejilla y empujar todos a una ese paso inmóvil y apolillado que forma todo el catolicismo en España. Después de lustros escondiendo la cabeza bajo un capuchón que, mas que de penitencia se estaba trasformando en mero reclamo “folclorista” y riendo en lo bajini las gracias a asesinos, blasfemos y demás ralea, deciden mostrar la anhelada mejilla. Aquella que está sin abofetear, virgen y mostrar así que esta absurda canalla despreciada por el mundo y hasta por ellos mismos llamados Cristianos tenemos mejillas y alguna cosita mas.


Un algo mas que nos sigue sosteniendo en pie y erizando el sistema nervioso para seguir mostrando que lo nuestro no es un baile dieciochesco de “ideas”, ni “compromisos” ni “modas”, ni tertulias de salón en sobremesa donde hablar del sufrimiento ajeno entre bostezos mientras pedimos otro whisky al camarero.


Que no somos una secta que se flipa con el incienso de ritos ya secos y que apenas aspiran a dejarse oír por un sujeto invisible, ensangrentado y bello al que pedir buena suerte cuando empezamos a sentir síntomas de cáncer en el alma. Ritos mecánicos y ocultos secuestrados desde la alcoba al templo y que aspiran a morir de aburrimiento en la intimidad de unas neuronas con resaca que anhelan un “algo mas”, pero no se sabe que.


No, queridos, esta canalla adormecida y anestesiada por el mundo empieza a entender que tiene una Buena Noticia y, no solo eso, que tiene que defenderla y propagarla. Que ante la muerte hay que denunciar al asesino, que al impostor que viene con alejandrinos a contarnos historias de seres alados y muchachas vírgenes, hermosas y que acaba con una historia “disparatada y hermosa” (que pena que no se la haya ocurrido a él, verdad, hubiera sido un best seller superguay), hay que decirle que no entiende nada y que se vaya a su jardín a hacer lirismo.


“Recordamos vuestras lúgubres Semanas Santas, vuestros colegios clasistas, vuestra feroz persecución del deseo, vuestras terribles amenazas, vuestra malsana obsesión por los asuntos de alcoba”

Gustavo Martín Garzo



NOTICIA: La mitad de las cofradías no irá al pregón de Martín Garzo


Autor: McMurphy

lunes, 2 de marzo de 2009

Carnaval blasfemo





Ayer por la noche, la amiga Carabela me puso en alerta sobre una noticia ocurrida en mi Zaragoza el día 22 en el desfile de Carnaval.

Por su interés, reproduzco la carta publicada en el ABC y aporto unos ejemplos significativos de lo que es ser cristiano.

Que hable el ejemplo, porque,como dice S.Juan:

"La verdad os hará libres"...

Lunes, 23-02-09. Carnaval en Zaragoza.

Dicen que cuando uno está enfadado hay que contar hasta 3 antes de actuar... He contado 3.000 y todavía sigo furiosa, pero no me resisto a exponer mi indignación y dar que pensar a los que todavía tienen un poco de juicio crítico.

Ayer por la noche (en plena crisis y sin ser tradición en Zaragoza) se montó, con dinero de los ciudadanos, una cabalgata de Carnaval. Solamente vi un paso, pero fue más que suficiente para darme cuenta de que ahí sobraba yo y el ochenta por ciento de los zaragozanos: Un Papamóvil con un esperpento encima vestido de Papa y otros tantos individuos vestidos de monjas detrás, el lema: «Dios existe ¿Y a mi qué?», zarandeando el Papamóvil y haciendo como que el Papa se caía. Se reían diciendo que la época de la Iglesia estaba cayendo, burlas grotescas e irrespetuosas pasando justamente por delante del Pilar y produciendo la repulsa de muchos de los que por ahí paseábamos... ¡Y encima se sorprendieron de los gritos de rechazo que alguno les lanzó!

Mi pregunta. ¿Se habría consentido una burla similar donde las víctimas fueran los gays, los judíos o los islámicos radicales? En esta España tan tolerante se pretende meter en el armario a los cristianos, cuya fe es el pilar de nuestra cultura respetuosa de los diferentes e implicados en la contribución para lograr el desarrollo real de la sociedad.Estoy harta de que se diga que la fe cristiana no pueda estar en la vida pública y por eso se retiren crucifijos que ningún mal causan a nadie, y a la vez se pueda sacar la fe cristiana en cabalgatas, cómics y películas... Eso sí, solamente para ridiculizarla sin ningún fundamento.

¿Ésta es la España tolerante?

Virginia López Colungo
Huesca



Autor: P. Luis Alfonso Orozco

Recuerdo un episodio de hace algunos años. Me encontraba de vacaciones con otros compañeros en un pequeño pueblo del norte de España, en la verde y montuosa provincia de Santander (Cantabria). Oímos el relato que refirió una anciana de ese pueblo: cuando ella era jovencita estalló la Guerra Civil, que dividió España en dos partes y dio lugar a una despiadada persecución religiosa. Recordaba la señora perfectamente el día en que unos milicianos comunistas entraron en su pueblo y llevaban preso al cura de la parroquia.

“¡Como si lo estuviera viendo! Lo llevan, con las manos atadas, a la plaza donde se ha congregado también la gente. Después de insultarlo y de lanzar repetidas blasfemias contra la religión y los curas, el cabecilla de la banda de milicianos manda al sacerdote ponerse de rodillas, le apunta con su pistola en la frente y, cargado de odio, le grita: “¡blasfema!” Nuestro cura respondió que no lo haría. “¡Blasfema!, vuelve a gritarle aquel bárbaro. Nueva negativa del buen sacerdote. Entonces, a la tercera vez que le mandó y que no accedió el sacerdote, el cruel miliciano le disparó en la cabeza dejándolo muerto en medio de un charco de sangre. Después se dirige a la gente que estábamos ahí congregados: ¡para que os enteréis que no hay Dios y que se acabaron todas esas historias que os cuentan los curas!”

La señora concluyó su relato diciendo que no olvidaría la escena mientras tuviera vida, por lo que significó para ella y todo el pueblo el martirio del heroico cura.

Voy a referir otro caso, entre los cientos y tal vez miles que se dieron durante aquellos años heroicos y de martirio. Se trata de Antonio Molle, un joven jerezano que a los veinte años fue mutilado y martirizado el 10-VIII-1936. Cayó prisionero de los milicianos en el frente de Peñaflor (Sevilla), y como llevaba un escapulario quisieron hacerle blasfemar. Él siempre contestaba gritando: ¡Viva Cristo Rey! Primero le cortaron las orejas y le sacaron los ojos, entre blasfemias horrorosas de los verdugos, y al final lo acribillaron a balazos. Así lo cuenta Rafael de las Heras, testigo presencial. Hoy su cuerpo mutilado está enterrado en la Basílica de Ntra. Sra. del Carmen Coronada de Jerez de la Frontera, Cádiz.

Un amigo me refirió la siguiente anécdota. Conoce a un padre de familia vecino suyo, de carácter muy impulsivo. Cierto día llegó del trabajo de mal humor, se enfadó con su mujer por nada y dejó salir una asquerosa blasfemia. La señora trató de calmarlo, pero se enfadó más y para demostrarse “muy hombre” dejó salir otra blasfemia, en voz más alta. Cerca estaba jugando su niño de cuatro años. Intentaba cabalgar en su caballito, pero se rompió. Se levantó el niño y repitió la blasfemia oída a su padre. Fue como un trueno del cielo; la madre se quedó en blanco y dejó caer el plato que tenía entre las manos. El padre, pálido de vergüenza y tocado en su corazón, se dio cuenta del tremendo mal que hacía con su arrogancia y estupidez humana. Entonces se hizo el propósito de no volver a blasfemar en su vida. -Dios quiera que se mantenga fiel a su promesa-. ¿Por amor a su hijito? Está bien, pero sobre todo debe hacerlo por no ofender el Santo nombre de Dios y por salvar su alma.


Si lo que algunos llaman libertad es pisotear los derechos de los demás,no quiero esa libertad. Si lo que algunos llaman libertad es denostar las creencias e imponer un credo ateo, no quiero esa libertad.

Si por ello hemos de dar testimonio, que Dios nos ayude a saber hacerlo.

Buen dia, amigos.


Autor: Caminant